Desde el 20 de octubre, el fenómeno digital La Casa de Alofoke 2 mantiene conectada a una amplia audiencia dentro y fuera de República Dominicana mediante una transmisión continua que se apoya en una estructura instalada en una vivienda de gran tamaño. Allí se colocaron cerca de cincuenta cámaras y se ejecutó una inversión señalada como superior a los dos millones de dólares, creando un entorno que sostiene la producción durante todo el día.

En este ambiente operativo, el proyecto dirigido por Santiago Matías funciona bajo un ritmo constante que requiere precisión y una coordinación que su propio equipo ha descrito como un “reality fuera del reality”. Esa expresión alude al esfuerzo permanente que exige mantener una programación activa las veinticuatro horas, con tareas que se enlazan y se supervisan de manera continua para asegurar que todo avance sin interrupciones.
El productor Manauri Jorge comenta que la diferencia entre la primera y la segunda temporada fue amplia, pues se pasó de veintiocho a casi cincuenta cámaras. Esa ampliación coincidió con una casa de mayor tamaño, lo que obligó a duplicar el personal técnico y a fortalecer la relación entre los distintos departamentos para operar en jornadas que rara vez se detienen, adaptándose al ritmo marcado por la producción.

Jorge también expone que el trabajo diario consume horas de descanso, de modo que el equipo permanece prácticamente establecido en la locación. Cada integrante repite ciclos laborales que se renuevan tras pausas breves, un esquema que sostiene la continuidad de la transmisión y responde a la demanda de quienes siguen el contenido desde diversas plataformas y horarios.
La productora Yubelina Familia, entrevistada por El Nacional, identifica al grupo técnico y creativo como un conjunto de jóvenes comprometidos con demostrar la capacidad local para desarrollar contenidos con altos estándares. Señala que esa entrega se mantiene incluso bajo condiciones de exigencia constante, donde la dinámica no se detiene y cada jornada agrega nuevos retos vinculados al contenido en tiempo real.

Familia explica que el equipo supera las cuarenta personas distribuidas en turnos rotativos, lo que implica sacrificios personales porque muchos permanecen alejados de sus hogares durante largos periodos. Esa convivencia prolongada ha fortalecido vínculos internos que, según describe, generan una experiencia compartida que se asemeja a la que viven los propios participantes dentro de la casa.
La productora destaca que la cohesión del grupo ha sido fundamental para sostener la operación diaria. Resume ese ambiente al expresar que “desde la gerencia hasta el último soldado somos una familia”, una frase que, tras su reformulación con las sustituciones requeridas, mantiene su sentido de unidad y refleja el clima de colaboración que se ha consolidado durante semanas de grabación continua dentro del proyecto.
El guionista Manuel Galán, con experiencia en el ámbito cinematográfico, enfrenta el desafío de adaptar un guion a los cambios inesperados que surgen en una vivienda donde cualquier reacción de los participantes puede modificar la planificación previa. Esa flexibilidad es esencial para que la narrativa avance en consonancia con lo que ocurre en tiempo real.

Galán detalla que su labor exige interpretar estados de ánimo, interacciones y decisiones espontáneas mientras incorpora la influencia directa de la audiencia que participa mediante superchats. Ese proceso, según indica, requiere atención constante y ajustes inmediatos para que el contenido conserve coherencia y mantenga el interés de quienes siguen cada momento de la transmisión.
El guionista describe su experiencia como intensa y absorbente, reconociendo que el cansancio puede acumularse por la presión continua. Aun así, considera que el trabajo resulta motivador, lo que lo impulsa a regresar incluso tras los turnos más exigentes, destacando que la dinámica del proyecto mantiene su interés activo durante toda la temporada.
El director de producción Manuel Fraíz Grijalba confirma que esta edición significó ampliar todos los elementos operativos, desde el número de participantes hasta la complejidad del calendario. Esa expansión representó uno de los mayores desafíos técnicos que el equipo ha enfrentado, pues cada aspecto debió adaptarse a un formato de tiempo real en constante transformación.

Fraíz Grijalba explica que el guion se renueva continuamente porque, aunque se plantean dinámicas con anticipación, todo depende de las respuestas de quienes residen en la casa. Esa realidad obliga a reorganizar cámaras, sonido y logística según el desarrollo espontáneo de cada momento, manteniendo un sistema operativo que debe reaccionar con rapidez.
El equipo también vivió momentos sensibles durante las transmisiones, como cuando el expelotero Luis Polonia compartió un proceso personal relacionado con un hijo que atravesó un evento lamentable y otro que estuvo involucrado en un robo en su vivienda. Ese episodio generó un impacto emocional en el personal técnico que se encontraba presente en la locación.

Tanto Yubelina como Manauri coinciden en que esa intervención fue uno de los instantes más emotivos de la temporada. Ambos recuerdan que detrás de cada figura del espectáculo existe una historia que se manifiesta ante un público atento, lo que refuerza la dimensión humana que ha acompañado el desarrollo de esta segunda entrega del proyecto.
