Una reciente animación meteorológica explica por qué las tormentas de desplazamiento lento, como la tormenta tropical Melissa, representan un peligro importante para islas con relieve montañoso, entre ellas La Española, que comparten Haití y República Dominicana.
De acuerdo con las proyecciones del Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés), el sistema podría avanzar a una velocidad cercana a las 3 millas por hora o incluso menos. Aun si incrementara ligeramente su desplazamiento, un posible impacto casi directo sobre la isla podría desencadenar una interacción intensa entre la humedad tropical y las montañas, generando lluvias prolongadas y abundantes.
El modelo de alta resolución GRAF muestra un posible escenario de impacto directo con un movimiento algo más rápido, pero aun así con acumulaciones de lluvia que, en un periodo de 72 horas, podrían superar los tres pies. Si la tormenta se moviera más lentamente, las cantidades de agua serían todavía mayores.
En esas condiciones, el agua tendería a descender en cascada desde las zonas más elevadas hacia las comunidades ubicadas en los valles, provocando inundaciones severas y deslizamientos de tierra de gran magnitud. Los especialistas advierten que el riesgo aumenta en áreas donde los suelos ya se encuentran saturados por lluvias recientes o donde existen pendientes pronunciadas.
Aunque el pronóstico podría variar si la trayectoria del fenómeno se modifica, los expertos recomiendan mantenerse vigilantes y preparados ante el peor escenario posible. La prevención y la atención a los avisos oficiales son claves para reducir los efectos de un evento de esta naturaleza.
“Amigos, si están en las Antillas Mayores centrales, tómense esta tormenta en serio”, señala el mensaje compartido por los analistas. El recordatorio subraya que Melissa no necesita transformarse en huracán para generar daños considerables, ya que la cantidad de lluvia y la duración del sistema bastan para crear una situación de alto riesgo.
Como referencia, en 2016 el huracán Matthew dejó una pérdida humana significativa en Haití, con más de 600 personas que dejaron de vivir a causa de los efectos del fenómeno, lo que refuerza la importancia de la preparación temprana frente a sistemas tropicales de lenta evolución.