Una prueba bastante más de la extrema sociabilidad de los elefantes: las crías de elefante huérfanas son capaces de sobrellevar la pérdida de sus madres viviendo en manada, según un análisis llevado a cabo a conjuntos en independencia en Kenia.

Las hormonas del estrés encontradas en el estiércol permiten a los científicos averiguar los efectos del deceso de una elefanta en su cría, con la cual se estima que hay un parentesco intenso inclusive a partir del destete.

La iniciativa nació de Jenna Parker, una adolescente alumno de doctorado de la Universidad Estatal de Colorado (Estados Unidos) apasionada por los elefantes de la sabana africana, una especie clasificada en la lista roja de especies en riesgo de extinción de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (UICN) gracias a la caza furtiva y la devastación de su hábitat.

Los elefantes bebés permanecen continuamente uno al lado del otro

No se sabe bien el efecto universal de la caza furtiva en dichos animales enormemente sociables, describió la investigadora, creadora primordial del análisis publicado esta semana en Communications Biology. Una vez que observas un rebaño, te provees cuenta de lo mucho que importa el núcleo familiar. Los miembros permanecen continuamente uno al lado del otro, los pequeños rara vez se alejan bastante más de 10 metros de la mamá. Se tocan una vez que comen, descansan, observan los desplazamientos de los demás, contó la investigadora.

Y los rituales de reencuentro en las que participa todo el conjunto luego de dividirse por solo unas horas son increíbles, añadió. Por esa razón, una vez que los cazadores matan a un sujeto, esta cohesión se rompe, amenazando la paz de los elefantes, en particular de las crías cuyas madres fueron asesinadas.

Elefantes

Los miembros permanecen continuamente uno al lado del otro, los pequeños rara vez se alejan bastante más de 10 metros de la mamá.

 

Respuesta al estrés

Parker y sus compañeros de trabajo querían consultar cómo se sentían los huérfanos a grado fisiológico frente al duelo, y estudiaron entonces su contestación al estrés. Midieron para eso sus niveles de hormonas glucocorticoides que las glándulas suprarrenales de los animales vertebrados liberan una vez que afrontan un componente de estrés, ejemplificando si un sujeto siente que su paz está en peligro por la carencia de un ámbito seguro.

Aquellos marcadores se hallan en la sangre, la baba, la orina y las heces. «Los glucocorticoides fecales son una forma amplia y confiable de medir el estrés en la fauna silvestre», señaló la investigadora. Entre 2015 y 2016, ella y su equipo rastrearon pacientemente el estiércol de pequeños paquidermos en el recorrido de las manadas en las reservas de Samburu y Buffalo Springs, en el norte de Kenia.

Este trabajo permitió recoger 496 muestras de estiércol de 37 crías de elefante, de los cuales 25 habían perdido a la mamá. Se trataba exclusivamente de hembras adolescentes (los machos son más difíciles de identificar, ya que son menos fieles a su rebaño original) de 2 a veinte años, cerca de la edad del primer parto.

Las huérfanas habían perdido a sus madres entre uno y 19 años atrás gracias a la caza furtiva o la sequía, que ha sido en especial severa entre 2009 y 2014. Veinte habían permanecido en la misma unidad familiar luego del deceso, 5 se unieron a una unidad distinta.

Compañeros de juego

Los autores descubrieron que los niveles de glucocorticoides eran semejantes a extenso plazo entre huérfanos y no huérfanos. Una «amable sorpresa», mencionó la investigadora, quien esperaba que los huérfanos mostraran más estrés en ausencia de los cuidados maternos.

Empero, Parker señaló que aquello no impide que experimenten un más grande estrés a corto plazo, como se ha visto en chimpancés a ambos años del deceso de su mamá, inclusive en ratas, cobayas y varias aves. «Empero por lo menos aquellos efectos no son duraderos, lo cual muestra resistencia», resaltó.

El poderoso apoyo social del conjunto de elefantes practica un papel regulador denominado «impacto amortiguador». Más todavía, los estudiosos descubrieron un estrés menor entre los adolescentes que crecen en conjuntos con más congéneres de una edad parecida, ya fueran huérfanos o no. El análisis indica que los «compañeros de juego», en especial los hermanos, son fundamentales para los elefantes. Aquellos resultados podrían servir de base para la gestión de los orfanatos de elefantes en cautiverio. Conceder a los huérfanos compañeros de su misma edad podría ayudarles, y la liberación de conjuntos de huérfanos ligados a lo largo del cautiverio podría facilitar su transición a la naturaleza, concluye el análisis.