En la frontera al norte de México, habita una ciudadana que se ha entregado totalmente a la labor social, su nombre es Esther Morales y se encarga de ofrecer “comida calentita” a todos los migrantes que se acercan a los albergues de la frontera en dicha región.

Esther morales es una ciudadana Mexicana la cual ha sido deportada al rededor de 9 veces de los Estados Unidos, país en el que por cierto vivió al rededor de unos 20 años.

Debido a la situación a la que ella misma le tocó enfrentarse, se vio motivada a realizar en el 2016 el proyecto “comida calentita” en la cual, la principal iniciativa era lograr entregar alimentos en los refugios al menos una vez al mes.

Un tiempo después, para 2020, gracias al apoyo de la organización “Al Otro Lado” pudo comenzar a regularizar más las entregas, llevándolas a cabo dos veces por semana.

La Mexicana es oriunda de Oaxaca, un estado ubicado al sur de México, lugar desde el cual, comenzó su aventura como migrante, ingresando a los Estados Unidos con su familia en el año 1989, todo esto a raíz de la pobreza que se vivía para entonces en su pueblo natal.

En su estadía por el vecino país, duró aproximadamente dos décadas, en la ciudad de Los Ángeles, California, y fue deportado de dicho país unas 9 veces, pero debido a la situación económica que seguía enfrentando, se atrevía en cada oportunidad a regresar.

Comentaba que tuvo muchos problemas migratorios hasta que finalmente fue deportada a la ciudad de Tijuana, en la cual era una completa desconocida.

Buscando refugio


Toda su vida dio un giro en el momento que fue en búsqueda de un reencuentro con su hija en el vecino país y las autoridades la capturaron para posteriormente llevarla a prisión y darle una deportación definitiva, cosa que la hizo terminar en Tijuana, una ciudad que en donde se encuentra la frontera al norte de México.

La situación de estar en una ciudad desconocida para ella, la llevo a tener que buscar un refugio debido a su poca capacidad económica, en el cual se vio cara a cara con el hambre y la necesidad de un migrante.

Sin embargo, como no toda experiencia se puede ir sin dejarnos una lección, lo vivido para entonces, la motivo a emprender con un negocio de comida, que actualmente lleva el nombre de “La Antiguita” ubicado en todo el corazón de la ciudad.

A partir de entonces, con sus ingresos se dedicó a brindar ayuda en el albergue donde residió por un tiempo, y a esta iniciativa se le fueron sumando voluntarios y organizaciones. Fue tanto el aprendizaje que forjó como objetivo de vida la ayuda a los migrantes, actividad que actualmente sigue desempeñando con mucho amor.